Dos fenómenos, por un lado la masificación, por el otro lado, un cambio en la morfología social de los nuevos inscriptos.
La escolarización, por un parte crea juventud, es decir, contribuye fuertemente a la construcción de estos nuevos sujetos sociales. Por otro lado, la masificación, produce una serie de transformaciones en las instituciones escolares. La vieja escuela media, reservada a las elites, debe responder a la demanda de nuevos contingentes ingresantes. Esta masificación, está acompañada por un cambio muy significativo en la morfología social de los alumnos. No solo los jóvenes y adolescentes que se escolarizan son más, sino que son diferentes. Por una parte ingresan los que tradicionalmente estaban excluidos. A los herederos y becarios, se agrega el grueso de la población, se agregan los hijos de los grupos sociales subordinados de las áreas urbanas primero y de las rurales después.
Todas estas transformaciones en la demografía, la morfología y la cultura de las nuevas generaciones, ponen en crisis la oferta tradicional de la educación escolar. Los síntomas más manifiestos son la exclusión y el fracaso escolar, el malestar, el conflicto y el desorden, la violencia y las dificultades de la integración en las instituciones y sobre todo en la ausencia de sentido de la experiencia escolar.
En síntesis cuando los excluidos llegan a la educación media, se produce el conflicto y el desencanto. Conflicto porque la universalización de la escolarización, produce nuevos problemas y desafíos de las demandas (expectativas, preferencias, actitudes, comportamientos, etc.), y las características de la oferta (inadecuación institucional y empobrecimiento de la oferta escolar).
Desencanto y frustración, porque cuando llegan a la escuela media los pobres se encuentran que no existe ya correspondencia entre escolaridad, obtención de titulo del bachiller y determinadas sanciones materiales (puestos de trabajo e ingreso), y simbólicas (prestigio y reconocimiento social)
Sentido y valor de la enseñanza media en el mundo de hoy
El proyecto fundacional de la enseñanza media, era una antesala de los estudios universitarios (y de ciertas posiciones en las burocracias públicas y privadas emergentes) y como tal, estaba reservada a los herederos, a los hijos de las clases dominantes y a algunos pobres meritorios (los becarios).
Hoy, la enseñanza media, se trata de la última etapa de la escolaridad obligatoria. No solo vale como sendero que conduce a estudios superiores (valor que conserva), sino que es el nuevo piso de la escolaridad obligatoria.
En las condiciones actuales, la llamada enseñanza media, es una enseñanza final (un techo) para la mayoría de la población.
En principio se trataba de formar elites, la lógica de la selección. La carrera escolar era como una carrera de obstáculos. Los más capaces de superarlos llegaban al final y adquirían el derecho de entrada a la universidad, la práctica sistemática de los exámenes, permitía distinguir a los exitosos de los fracasados.
Cuando la enseñanza media se convierte en obligatoria, todos estos dispositivos dejan de tener sentido y persisten en su accionar. Todos los adolescentes deben estar en la escuela. Este es un mandato de la ley (la escolarización, al menos en el nivel primario, fue siempre un derecho y una obligación) y al mismo tiempo un mandato social (del mercado de trabajo) hoy, la institución ha perdido la capacidad de imponer reglas que determinen la permanencia o el abandono escolar. En principio, todos deben ser contenidos.
El cambio de sentido y la obligatoriedad, también determina una serie de transformaciones en los dispositivos y procesos institucionales. El examen y la evaluación, ya no pueden cumplir una función selectiva, sino estrictamente pedagógica y los problemas de aprendizaje ya no se resuelven por la vía fácil de la repetición y la exclusión. Lo mismo puede decirse de los problemas de conducta y disciplina.
Tres problemas en la escolarización masiva de los adolescentes y jóvenes: el primero, vinculado con el tema de la identidad y la cultura de los adolescentes, el segundo, con el eje político de la modificación de los equilibrios de poder entre las generaciones. El tercero, remite al tema del sentido de la experiencia para los adolescentes y los jóvenes. El cuarto elemento, es el de la exclusión social, la extrema desigualdad en la distribución de las oportunidades de vida, hace para muchos de ellos, que la escolarización, en si misma, sea una experiencia literalmente imposible.
1.- La identidad y cultura de adolescentes y jóvenes
Sabemos que existen niños y adolescentes, adolescentes y jóvenes, pero esas fronteras que marcan los límites, no tienen una señalización material u objetiva. Los límites sociales son siempre “arbitrarios y conjeturales”, cuando se trata de adolescencia y juventud, solo sabemos que existen, pero no estamos en condiciones de decir cuando empiezan y donde terminan estas etapas de la vida, ya que no todos los coetáneos comparten las mismas características y experiencias vitales. En muchos casos, hasta la propia experiencia de la infancia es un privilegio, que se niega a muchos niños y niñas que viven en condiciones de pobreza extrema, tanto en el campo, como en las grandes ciudades del continente.
La vieja escuela primaria fue pensada y diseñada para los niños, y la escuela media, pese a sus esfuerzos de adaptación, tienden a reproducir los mecanismos y estilos propios de la educación infantil. En otras palabras, tratan a los adolescentes como si fueran niños.
Según Dubet y Martuccelli, más allá de las significativas determinaciones de género, clase social, etnia, hábitat, un estudiante del colegio secundario es diferente a un alumno de escuela primaria.
Particularidades observadas en Francia, válidas para el contexto escolar urbano de América Latina.
Hoy, resulta imposible separar el mundo, de la vida del mundo de la escuela. Los adolescentes traen consigo su lenguaje y su cultura. La escuela ha perdido el monopolio de la inculcación de significaciones y estas tienden a la diversificación y la fragmentación. Sin embargo, la escuela, muchas veces tiende al solipsismo y a negar la existencia de otros lenguajes y saberes.
Mientras que el programa fundacional, tiene todavía las huellas del momento fundacional (homogeneidad, sistematicidad, continuidad, coherencia, orden y secuencias únicas, etc.) las nuevas generaciones son portadores de culturas diversas, fragmentadas, abiertas, flexibles, móviles, inestables. La experiencia escolar, se convierte a menudo en una frontera, donde se encuentran y enfrentan diversos universos culturales.
En estas condiciones, es probable que surjan tensiones, entre la integración de los adolescentes a su grupo de iguales y su integración a las normas escolares. Cuando la distancia entre la cultura social incorporada por los muchachos y la cultura curricular es grande, el conflicto es un fenómeno muy probable.
El campo donde se juega la construcción de la subjetividad, está dominado por tres actores básicos, la familia, los medios de producción y difusión de sentido y las instituciones escolares. Pero la familia, ha perdido fuerza y capacidad de estructurar las personalidades de la nueva generaciones.
2. - Un nuevo equilibrio de poder entre las generaciones
La edad, siempre fue un principio estructurador de las relaciones de dominación. El mundo de los adultos (los padres, los maestros, los directivos, los celadores, etc.), prácticamente monopolizaba el poder en las instituciones. Los alumnos tenían más deberes y responsabilidades, que derechos y capacidades. Los reglamentos y dispositivos disciplinarios de los establecimientos escolares, constituyen una objetivación del poder omnipotente que tenían los adultos, sobre las nuevas generaciones.
En la actualidad, los niños y adolescentes, son considerados sujetos de derecho, no solo tienen deberes y responsabilidades, sino que se les reconoce capacidades y derechos.
El reconocimiento de derechos a los adolescentes, aunado a la erosión de las instituciones escolares (producto de la masificación con sub-financiamiento y a la pérdida de monopolio en el campo de las agencias de imposición de significados), está en el origen de las crisis en la autoridad pedagógica, como un efecto de institución. En las condiciones actuales, los agentes pedagógicos no tienen garantizada la escucha, el respeto y el reconocimiento de los jóvenes. Pero la autoridad pedagógica, como reconocimiento y legitimidad, sigue siendo una condición, y estructura necesaria de la eficacia de toda acción pedagógica. Hoy, el maestro tiene que construir su propia legitimidad entre los jóvenes y adolescentes. Trabajar con adolescentes, significa una nueva profesionalidad, otras técnicas y dispositivos de seducción.
3.- El problema del sentido de la escuela
Los maestros, no pueden dar por descontada su autoridad, sino que la tienen que construir en forma cotidiana. Y los alumnos, deben darle sentido a la experiencia escolar. Hoy por hoy, se plantean para qué ir a la escuela. Hay pocas razones par persistir en la carrera escolar.